Un adios nunca da gusto, mucho menos si hay conciencia de que el reencuentro se ve lejano y no se que obstáculos tendré que superar antes de volver a encontrarme contigo. Es difícil un adios, aún cuando se que volveré a verte. Tal vez me encuentre contigo en sueños, tal vez te sentiré conmigo y no pueda contener las lagrimas y sonrisas encontradas durante el recuerdo.
No me dejen sola, visitenme cuando duermo, extraño sus besos, sus buenos deseos y abrazos incondicionales.
Me encantaba platicar contigo, que me recitaras aquel poema y me contaras tantas historias de tus libros leidos, ahora entiendo lo que sintió aquella joven al ver pasar al seminarista de los ojos negos y tu no estás aquí para contarte.
Me gustaba verte bailar en la sala, sin zapatos y con una sonrisa en tu rostro, que me inventaras historias de los lugares a los que me llevabas a pasear y ser tu consentida.
Me gustaba escuchar tus anecdotas de maldades en tu juventud y que despues rieras como una niña al terminar de contarlas, que me dieras un abrazo inesperado y me hicieras cariños.
Solo espero que donde estén recuerden que los quiero, los extraño y me encantaría volver a verlos. Gracias por los buenos y no tan buenos momentos, por ser los mejores abuelos.
-Dany
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