martes, 25 de junio de 2013

Podría escribirte una historia

Estábamos sentados bajo un gran roble, el viento soplaba y jugaba con nuestros cabellos, disfrutábamos de una de las primeras tardes del verano, fresca después de un día caluroso.
Es tiempo —me dijo— de que dejes fluir tu imaginación y juegues con la realidad.
Es lo que siempre hago —contesté— es lo que me tiene tan enferma.
Mirándome a los ojos se acercó a mi, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo frente al mio, tomó mi barbilla entre su mano derecha y levantó mi cabeza para que mi boca estuviera al nivel de la suya, yo cerré los ojos y él me dio un beso... entonces desperté.

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