En medio de un extremoso lugar, ella se sentía hermosa, preparaba cada parte de sí para retoñar. Dejaba su escencia al aire, se preparaba para mostrar sus bellos colores pastel y la hermosa forma de sus pétalos. Era única y lo sabía, Dios se lo había dicho muchas veces, sabía que podía atravesar tempestades y encontrarse en pie sin perder ánimos de retoñar, siempre acompañada por Dios. Aprovechaba cada gota de lluvia al paso de una tormenta. Su fé era fuerte y a cada momento le agradecía a Dios por permitierle florecer, por las enseñanzas en cada tormenta.
Una tormenta de nieve llegó, ella concentrada en retoñar no se daba cuenta que comenzó a congelarse. Comenzó a cerrar sus pétalos y recoger su escencia, se volvió obscura y sombría. Perdió su objetivo y su fé se debilitó, se entregó al frío y poco a poco fue perdiendo color.
Mientras sentía el frío, recordó lo que le costó llegar ahí y que su creador jamás la había dejado sola y las veces que le había recordado cuando la amaba y lo orgulloso que estaba de su lucha por retoñar pese a las circunstancias del lugar, pese a cada tormenta y momento de sequía, ella siempre seguía intentando florecer, conservando su escencia y sus lindos colores.
Ella recordó lo que tuvo que pasar para llegar a donde estaba, recordó cuantas veces sintió que se rendía y tuvo fuerzas para seguí, la motivación de Dios para confiar y aprender de cada tormenta. Tal vez tomaría un poco más de tiempo esta vez, pero sería más fuerte al regresar.
Estoy segura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario