Hoy me invade la nostalgia, aunque recuerdo con amor todo lo vivido.
Todo lo conocido, aprendido y compartido durante el caminar contigo.
Te agradezco por lo que me has concedido, los amigos que me regalas
y que me permites mantener a lo largo de este tiempo.
Este año no me llamaste a servir, no en campo misionero, sin embargo,
me has llamado a servirte desde casa, desde el trabajo, con mi familia.
Gracias por permitirme servir y amar cada momento.
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